Por: Luis Mejía, biólogo e investigador medioambiental y de desarrollo local, Universidad de El Salvador – Febrero de 2008.
… en esto del “turismo somos todos” estamos ciertamente todos, pero unos pocos como ganadores y otros muchos como perdedores
El tan publicitado e imaginario eslogan de “turismo somos todos” del gobierno de la publicidad, según lo interpretamos, es una gran verdad en el sentido de que nuestra realidad no es homogénea, es heterogénea, y aquí lo planteamos en un sentido negativo, es decir que la experiencia nos ha demostrado y nos sigue demostrando que en los aspectos que atañen a los asuntos de la vida diaria y el futuro, hay perdedores que somos la mayoría, y hay ganadores que son una minoría y en esto del “turismo somos todos” estamos ciertamente todos, pero unos pocos como ganadores y otros muchos como perdedores, ya que algunos pocos del total de todos “son los que se van a apropiar” de las tierras que por más de seis generaciones las comunidades locales de la franja costera del territorio salvadoreño han cuidado, defendido, utilizado para vivir y han luchado para que se les aseguren en su tenencia sin haberlo logrado hasta nuestros días.
En esta vía del turismo de cemento para extranjeros que tengan capacidad de gastar un aproximado mínimo de ciento cincuenta dólares por día en paquetes colectivos de una o dos semanas el Movimiento Indígena Nonualco (MIN) ha denunciado que el Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria (ISTA) le ha concedido al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales 150 inmuebles para facilitar la ejecución del Plan Nacional de Turismo 2014 de El Salvador. Esta facilitación significa dar las tierras a empresas turísticas transnacionales y a los grupos de poder económico criollos descendientes directos de migrantes europeos y de otros lados que en siglos pasados se apoderaron del país legalizando el despojo de los pueblos originarios con lujo de “sinvergüenzada” y que hoy vemos desfilar en la TV como ciudadanos honorables. El estado se compromete a destinar los fondos públicos para hacerles las carreteras.
Este plan de turismo escrito en un documento de 136 páginas es algo que desde el punto de vista de nuestras comunidades locales causa terror, ya que significa el desalojo de nuestros asentamientos, la profundización de la pobreza, la marginación y la contaminación peligrosa del ambiente que amenaza la continuidad de la vida no solamente de nuestras comunidades sino de todos los habitantes de El Salvador.
El proyecto de turismo no deja espacios sin mercadear del territorio nacional y principalmente de la zona costera y se enfoca prioritariamente a aquellos sitios que hasta hoy no han sido muy intervenidos, por ejemplo, la Bahía de Jiquilisco, El Estero de Jaltepeque y el Icacal, en lo que corresponde a lo que el gobierno llama “turismo de sol y playa” y para desarrollarlo se deberá esconder a los pobres para que no sean vistos por los turistas blancos del Norte; como bien se ve al analizar este plan, las mujeres, ancianos y niños que capturan los “punches” y “curiles” sí están incluidos en el “turismo somos todos” pero su aporte a este proyecto o mejor dicho el “estar con todos en el turismo” de los mercaderes demócratas liberales de esta época significará el desalojo de sus ranchos y el fin de su fuente de sobrevivencia.
Para copar los espacios del territorio nacional que aún no han sido mercadeados o mercantilizados por los vencedores del capitalismo democrático, el gobierno ha dividido los destinos turísticos en Turismo de Reuniones y Negocios, Turismo de Sol y Playa, Turismo Cultural, Turismo de Naturaleza, Turismo de Cruceros, Turismo de Surf y Turismo Náutico y de Pesca Deportiva y como puede verse por los temas, aquí “todos somos turismo” pero los excluidos (los salvadoreños y salvadoreñas de abajo o como diríamos en buen salvadoreño la “plebeyada”) somos en tanto estamos excluidos y eso nos hace parte y por lo tanto, debemos soportar los desalojos y la contaminación y permitir sin protestar que nuestras chozas sean transformadas en hoteles de cinco estrellas y en residencias de lujo para los jubilados ricos del primer mundo a donde nosotros nunca podremos ir porque nos pueden cocer a balazos en su frontera o acusarnos de terroristas y meternos presos.
Por este plan de turismo los capitalistas criollos y su gobierno de turno tienen ya amenazadas de desalojo a 660 familias de La Puntilla entre otras muchas comunidades de la zona costera de San Vicente, La Paz y Usulután, a quienes se les está anulando sus títulos de propiedad y aparecen sus “nuevos dueños” o como dicen “sus dueños verdaderos” quienes llegaron después de nosotros a nuestra casa, pero llegaron como dueños vallan ustedes a creer; y es que a principios del siglo veinte, como un ejemplo, ingresaron a nuestro país un grupo de libaneses y palestinos fingiendo ser turcos y con ellos comienza la nueva conquista, más o igual de genocida que la española y sus descendientes se insertaron en todas las esferas del poder político para administrar el estado totalitario y defender desde ahí a su “raza” y entendemos porque se llaman nacionalistas, no es un nacionalismo salvadoreño, es el nacionalismo de su “raza extranjera”, para ejemplo, el gobierno actual pertenece a la cuarta generación de invasores extranjeros y entonces, como van a crear leyes que favorezcan a los salvadoreños, ya verán ustedes la “Nueva Ley de Turismo” para profundizar el saqueo de nuestros bienes naturales.
En La Costa del Sol y San Marcelino esos nuevos dueños son las familias extranjeras Simán, Salúme, Poma, Bahaia, Carbonell, Callejas, entre otras; quienes en alianza con empresas turísticas transnacionales pretenden convertir a la franja costera de nuestro país en un destino turístico que llaman de “primer nivel” y construir un complejo hotelero y residencial para ricos extranjeros, cuyos desagües de las aguas servidas y putrefactas van a ir a parar a las humildes casas de los pobladores marginados; tal y como comenta una mujer habitante de Playa Los Blancos: “después de la semana santa o de las vacaciones de agosto, lo que queda en nuestras playas y predios baldíos son las aguas negras que vierten los hoteles en donde se alojan los turistas y la basura de plástico que dejan; nosotras no ganamos nada porque está prohibido que nos acerquemos a los turistas a venderles, en los hoteles les venden todo..”
Y el plan de turismo dice además, “que nos van a educar para que seamos amables y le sonriamos a los turistas, para demostrarles nuestro espíritu de buenos salvadoreños emprendedores”.
¡! Ante esto, llamamos al pueblo a organizarse y solidarizarse con la lucha en contra de las amenazas de desalojo por los proyectos turísticos. La continuidad de la vida en El Salvador está amenazada!!
en nuestro pais cada ves es mas dificil que nosotros tengamos acceso a las playas. Yo vivo en Estados Unidos y cada ves que visito mi pais me encuentro con nuevas paredes, alambrados, guardias y perros que no me dejan pasar a lugares de playa que antes visitaba en mis tiempos de estudiante.
ResponderEliminarYa es tiempo de poner orden en este asunto y garantizar el acceso publico a las playas y controlar esta venta a la loca a extranjeros de nuestras mejoras playas.