Iván C. Montecinos
A propósito de las graves acusaciones que hiciera hace unas semanas un meloso “paladín de la libertad”, en las que acusó de “menteros” a la generalidad de periodistas salvadoreños y ante lo que muy pocos se pronunciaron en contra, vale la pena hacer una reflexión para clarificarle a los lectores de dónde surge el concepto y a qué tipo de periodistas se les aplica, que por supuesto no es a la mayoría de profesionales de la comunicación en nuestro país.
El concepto “menta”, aplicado a la forma de ejercer periodismo de una manera insana (o corrupta?), no tiene fecha de registro, pero se cree que comenzó a utilizarse a principios de la década del 60, cuando la mayoría de comunicadores eran empíricos.
El término, según periodistas de la época, se debió a que el funcionario “donante” cuando entregaba el dinero con que pagaba favores a un reportero, le daba los billetes enrolladitos en un envoltorio de dulces de sabor menta marca “Gallito” -muy de moda en aquel tiempo-, y así pasaba desapercibido ya que podía entregarlo hasta en público.
El calificativo de “mentero” se le acuñó a aquellos periodistas que trabajando para un medio, encubiertamente recibían dinero de parte de las fuentes que cubrían, ya fuera un ministerio de gobierno u otras instancias estatales, públicas o privadas, en el afán de elaborar noticias que favorecieran a dichas instituciones o bien hacerse “del ojo pacho” con informaciones que podían afectarles.
El pago lo recibían los periodistas en efectivo y cuentan que a veces hasta se compartía esta ganancia extra con los jefes de redacción de sus respectivos medios.
En lo particular, cuando era un joven estudiante de la escuela de Periodismo de la Universidad de El Salvador, allá por 1976, tuve una dura experiencia, ya que habiendo quedado sin trabajo en la empresa privada para la que laboraba y confiado en que tenía los conocimientos básicos para trabajar en un periódico, me fui a llenar una solicitud a La Prensa Gráfica, por recomendación de mi buen compañero de clase Belarmino García (QDDG), quien ahí trabajaba.
Cuando en ese periódico me dieron la aprobación, después de hacer un examen práctico, el jefe de redacción me explicó que había un problema y era que no podían pagarme los 250 colones que había ganado en el trabajo anterior, pero la solución estaba en hacerme unos colones de más con las horas extras y el dinero que les regalaban a los periodistas en las fuentes que se les designaban. Esta situación molestó mi orgullo de ser un periodista ético y no acepté la propuesta.
Con eso me quedó claro que la tal “menta” era del conocimiento de las jefaturas de las redacciones de los diversos medios y desde ahí se promovía la corrupción a que sometían a los periodistas, debido a los bajos salarios que les pagaban.
La “menta” en el periodismo lamentablemente se ha mantenido, aunque insisto no la aceptan la mayoría de comunicadores que con esfuerzo y dedicación estudiaron, se graduaron y ejercen una noble labor que conlleva mucha identificación en la búsqueda de la verdad. Con el tiempo ha variado mucho la forma de cómo corrompen al reportero, redactor, periodista, editor, alguno que otro director y hasta algún columnista, que aunque están fuera del ejercicio profesional, reciben dinero, favores o regalos especiales.
A principios de los años 80 se dio el caso de que en la Alcaldía de San Salvador, varios periodistas de distintos medios aparecían en planillas de pago con plazas de policías o sargentos municipales, esto en cierto momento fue del conocimiento público.
Y hace unos pocos años fueron descubiertos los periodistas “menteros” que cubrían la Federación Salvadoreña de Fútbol, fue todo un escándalo.
Durante el periodo de la guerra, cuando comenzó a surgir una nueva generación de periodistas que venían de las distintas universidades y con nuevos ideales obtenidos en el aula de estudios y basados en textos del periodismo estadounidense, se redujo el numero de comunicadores que utilizaban la famosa menta ya que les había inculcado valores éticos y morales para desenvolverse como verdaderos profesionales.
En la actual era del periodismo digital, a pesar de que en algunos medios informativos escritos, radiales y televisivos los salarios de los comunicadores han mejorado sustancialmente comparados a los de décadas pasadas, pero la “menta” sigue siendo utilizada por algunos funcionarios gubernamentales, políticos y dirigentes empresariales y gremiales, para “doblar la mano” o pagar favores a ciertos periodistas que son fácilmente sobornables, por supuesto que esto en determinados casos es muy difícil de comprobar, ya que se utilizan argucias rebuscadas, ya no lo dan enrolladito en papel de menta.
Las formas de la corrupción periodística han variado en su forma y va de acuerdo al nivel donde se aplique. Sino, cómo se explica que en un país donde los periodistas nacionales no ganan lo suficiente como para que en poco tiempo un profesional se vuelva acomodado o hasta rico, pero de pronto aparecen comunicadores -pocos por supuesto-, con carros de lujo, costosas propiedades, casas, ranchos en la playa y viviendo una vida de gran señor.
No nos engañemos el periodismo salvadoreño no da para tanto.
En estos tiempos donde se juegan grandes intereses, especialmente en la parte política, la compra de voluntades a periodistas se disfraza de diferentes maneras como son viajes al exterior acompañando comitivas gubernamentales donde debido a su calidad de “invitados” no pueden hacer críticas negativas de las giras, como ha sucedido cuando en algunas ocasiones algunos de los presidentes visitan algún país y es recibido con manifestaciones de repudio, estas no son reportadas por los “enviados especiales” para que la población esté bien informada y solamente se sabe de lo bueno que favorece la imagen del gobernante cuestionado, dejando de lado aquello que le afecte. Eso no es periodismo profesional.
La gran pregunta es por qué algunos de los medios, especialmente los grandes, muchas veces no pagan los gastos de sus periodistas que envían a estas coberturas que les permitiría hacer un enfoque objetivo de una determinada gira, sin la atadura oficial.
Otra pregunta es ¿por qué a las giras gubernamentales fuera del país no invitan a periodistas de medios de comunicación como Diario Co Latino, radios alternativas y otros? Seguramente porque calculan que sería difícil poderles controlar y que se diga además de lo bueno, lo malo que suceda en esas salidas.
También existen otras formas de “mentear” al comunicador como conseguirle trabajo a parientes en instituciones del estado, cobrar jugosos salarios para realizar campañas encaminadas a que se las trague la población, como son los casos de la dolarización de la economía, las negociaciones de TLC, obras viales y otras medidas económicas.
La menta sirve mucho en campañas políticas donde se paga “bajo la mesa” a determinados comunicadores encargados de hacerle la imagen o despotricar, calumniar y vilipendiar a un personaje o partido político.
¿Con qué criterio moral un periodista que trabaja para un medio informativo independiente puede criticar a una institución que le da trabajo como asesor o colaborador? En fin, este es un tema que da para más, pero finalmente reflexiono: Mientras existan algunos medios y periodistas que promuevan prácticas “menteras” anti éticas difícilmente el periodismo salvadoreño logrará levantar su perfil profesional y seguiremos escuchando acusaciones como las que hizo el auto proclamado y trasnochado “paladín de la libertad”.
http://www.diariocolatino.com/es/20071025/opiniones/48489/
25.10.07
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe aqui tus comentarios: